La identidad del monje que escribió en español por primera vez aún es motivo de discusión. Sin embargo, el padre Juan Bautista Olarte cree que es probable que fuera un vasco, porque en el códice hay una frase en euskera, la primera que se conoce escrita en esta lengua. Con lo cual el monje que realizó los apuntes sobre el códice, subraya el padre, alumbró el uso escrito de dos lenguas: el castellano y el euskera.
Y así lo recuerdan dos placas en el monasterio de Yuso (el de abajo), el nuevo y espléndido monasterio que empezó a construirse en 1067 en el valle a los pies de la colina donde está aún el antiguo monasterio de Suso (el de arriba).
“Hablamos de una labor casi policial, pero existe una hipótesis sobre el autor que tiene un 85 por ciento probabilidades de ser cierta”, cuenta el padre.
“En dos partes de las notas hechas sobre el códice aparece el nombre de Munio, un nombre bastante común en aquella época –explica Olarte–. Pero luego empezamos a filtrar por aquellos Munios que hubieran llegado a sacerdotes y que supieran vasco. Y finalmente, el monje usó una palabra muy propia del vasco alavés, lo que nos lleva a un Munio que era de Armentia, un pueblo del norte de Álava; pasó por este monasterio y fue redactor de documentos en la Corte de Nájera. Y un diploma de su letra que se conserva en Pamplona refuerza esta hipótesis. Aunque por ahora es sólo eso, una hipótesis”.
El primer poeta
Además de ser cuna del español escrito y haber dejado la mayor colección de códices de los siglos X y XI que hay en España, el Monasterio de Suso tiene otro honor: haber educado al primer poeta en lengua castellana de nombre conocido, Gonzalo de Berceo.
También allí, el 13 de junio del año 964 se terminó de escribir uno de los diccionarios enciclopédicos más voluminosos de cuantos se conocen en Europa hasta el siglo XI. El contenido del llamado códice 46 revela el alto nivel de conocimientos del hombre medieval. El texto fue copiado en un latín plagado de incorrecciones y contagiado de muchas formas romances.
Víctor Vargas
www.eltiempo.com
Y así lo recuerdan dos placas en el monasterio de Yuso (el de abajo), el nuevo y espléndido monasterio que empezó a construirse en 1067 en el valle a los pies de la colina donde está aún el antiguo monasterio de Suso (el de arriba).
“Hablamos de una labor casi policial, pero existe una hipótesis sobre el autor que tiene un 85 por ciento probabilidades de ser cierta”, cuenta el padre.
“En dos partes de las notas hechas sobre el códice aparece el nombre de Munio, un nombre bastante común en aquella época –explica Olarte–. Pero luego empezamos a filtrar por aquellos Munios que hubieran llegado a sacerdotes y que supieran vasco. Y finalmente, el monje usó una palabra muy propia del vasco alavés, lo que nos lleva a un Munio que era de Armentia, un pueblo del norte de Álava; pasó por este monasterio y fue redactor de documentos en la Corte de Nájera. Y un diploma de su letra que se conserva en Pamplona refuerza esta hipótesis. Aunque por ahora es sólo eso, una hipótesis”.
El primer poeta
Además de ser cuna del español escrito y haber dejado la mayor colección de códices de los siglos X y XI que hay en España, el Monasterio de Suso tiene otro honor: haber educado al primer poeta en lengua castellana de nombre conocido, Gonzalo de Berceo.
También allí, el 13 de junio del año 964 se terminó de escribir uno de los diccionarios enciclopédicos más voluminosos de cuantos se conocen en Europa hasta el siglo XI. El contenido del llamado códice 46 revela el alto nivel de conocimientos del hombre medieval. El texto fue copiado en un latín plagado de incorrecciones y contagiado de muchas formas romances.
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