Un importuno le preguntó a Einstein cuál era en su sentir el secreto del éxito; estaba seguro, decía, que el sabio descubridor de la teoría de la relatividad podía condensar en una fórmula su respuesta. Einstein, comprendiendo la urgencia de despachar al preguntón impertinente, escribió esta fórmula en un trozo de papel:
A=X+Y+Z
-¡Magnífico! -exclamó el importuno-. ¿Y esta fórmula…?
-Muy sencilla -explicó Einstein-; A, es el éxito; X, el trabajo; Y, la suerte.
-¿Y la Z?
-Z, es el silencio.
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