Al ver estas estaciones de trabajo tan limpias, tan minimalistas, lo único que puedo sentir es envidia pues el caos que me rodea es, por decir poco, indescriptible: Tazas y vasos por todas partes, libros, hojas de notas, libretas, plumas, lápices, cables que salen de cualquier rincón, varios pares de audífonos, mi iPod, el teléfono, bocinas, tres computadoras… Si los dueños de estas mesas de trabajo tan ordenadas viesen la mía, gritarían de terror.
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