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jueves, 30 de septiembre de 2010

El niño al que le salió un diente de oro

El 22 de diciembre de 1585 nacía en la aldea de Weigelsdorf (Silesia), Christoph Müller, un niño al que le creció un diente de oro (un molar inferior izquierdo). Aunque se estimó que fue a la edad de 18 meses cuando le apareció tal pieza dentaria, la noticia no comenzó a conocerse hasta 1593, cuando contaba con 8 años. Estudiosos, médicos, filósofos y curiosos de la época corrieron a investigar el caso y así poder contar esta maravilla al mundo a través de libros y escritos.
Uno de los que más empeño puso en explicarlo fue Jakob Horst, profesor de Medicina en la Universidad de Helmstedt. Horst contactó con la familia del pequeño y le realizó a éste una sencilla prueba que consistía en frotar sobre la pieza con una piedra de toque (utilizada en orfebrería para detectar la autenticidad y calidad de metales preciosos).
Realizó la prueba y la piedra quedó marcada, no había dudas, el diente de oro era real. Incluso, por el trazo de la marca, el profesor pudo detectar que se trataba de oro de “baja calidad.
En 1595, Jakob Horst publicó un tratado de 145 páginas sobre el caso, el cual tituló: “De Aureo dente maxillari Silesii pueri” (Del diente de oro del niño de Silesia).
Era tal el entusiasmo que le puso al tema que incluso atribuyó el origen del hecho a factores sobrenaturales.
En su obra señalaba que el 22 de diciembre de 1585 coincidía con el solsticio de invierno y esa fecha se había producido una inusual alineación de los planetas.
En el momento del nacimiento de Christoph, el Sol se hallaba en la constelación de Aries en conjunción con Marte, Saturno y Venus.
Gracias a su favorable situación astrológica, los humores que nutrían el cuerpo del recién nacido funcionaban con tanta intensidad que segregaron, en lugar de masa ósea, oro puro. Pero ahí no quedaba la cosa, ya que Horst estaba convencido que la aparición del diente de oro era un aviso del fin de la expansión del Imperio Otomano e indicaba un prospero futuro al Sacro Imperio Romano Germánico.
Por el hogar de los Müller fueron pasando ilustres investigadores entusiasmados con el caso. Había peregrinaciones de centenares de curiosos que viajaban hasta la aldea de Weigelsdorf para ver al famoso niño del diente de oro.
Al igual que Jakob Horst, otros estudiosos del tema publicaron sendos libros sobre el suceso. Martin Ruland trató de hallar una explicación racional, justificando el hecho a causas naturales, mientras que John Ingolstetter coincidía abiertamente con la versión que tanto apoyaba Horst de que la pieza había salido por causas sobrenaturales.
Pero no todo el mundo estuvo de acuerdo con la autenticidad del caso. Duncan Liddell, un médico escocés que residía en Helmstedt, no estaba convencido con las argumentaciones de sus colega y comenzó a investigar sobre el tema, publicando un estudio titulado “Tractatus de Aureo pueri Silesiani dente”, en el que trataba de demostrar que el diente de oro de Christoph Müller tenía que haber sido colocado por una mano humana. La primera de sus argumentaciones (a pesar de no ser muy científica) era que el 22 de diciembre de 1593 el sol no se hallaba en la constelación de Aries, ya que ésta no se produce hasta marzo. Liddell también publicó una carta escrita el 31 de diciembre de 1595 por Balthazer Caminæus, un médico de Frankfurt, en la que describía cómo el muchacho solo mostraba la pieza dorada a aquellos que habían pagado por ello.
Un galeno apellidado Rhumbaum, en su exploración de la pieza, había podido comprobar una pequeña y sospechosa grieta.
El tiempo confirmó la hipótesis de Liddell como la correcta.
Con los años y la presión de la masticación diaria (junto con las repetidas pruebas con piedras de toque) se fue desgastando el suficiente oro como para revelar que se trataba de una simple y fina capa de éste metal hábil y profesionalmente colocada sobre la pieza dentaria de Christoph.
Para que no se descubriese el engaño, el muchacho trató de ocultar el deterioro del diente negándose a mostrárselo a nadie más cuando era solicitado para una nueva exploración.
En cierta ocasión se presentó en la casa un noble lleno de curiosidad por observar el prodigio del niño con un diente de oro. El caballero llevaba alguna que otra copa de más y su soberbia, unida al estado etílico, hizo que entrase en cólera cuando el muchacho se negó a abrir su boca para mostrar su preciado interior. Consumido por la rabia, el hombre le asestó una puñalada en la mejilla causándole una importante herida.
Cuando Christoph Müller fue atendido por un cirujano, para cortarle la hemorragia y suturarle la herida, éste descubrió el fraude y así se lo comunicó a las autoridades.
El muchacho fue el único encarcelado en el caso, ya que el resto de familiares o parientes pudieron escapar antes de ser apresados.
Después del hecho y ya sabiéndose toda la verdad, los expertos determinaron que la placa colocada sobre el diente del niño había sido una auténtica obra de artesanía y quien ahí la colocó (muy probablemente) era un orfebre o herrero.
Con el paso del tiempo, dicho diente de oro ha pasado a ocupar un lugar distinguido en la historia de la odontología, ya que es considerado como el primer caso documentado de la creación de una corona dental.
Fuente de la imagen: Library of the NYU College of Dentistry

martes, 7 de septiembre de 2010

El poder de la Musica



Jackie Roy Tuner es un veterano estadounidense de la II Guerra Mundial aficionado a la trompeta, cuya pequeña y emotiva historia he conocido hoy gracias a un enlace en Neatorama.

Con voz temblorosa y notoriamente emocionado, este anciano soldado relata en el vídeo que adjunto lo que le sucedió en el frente francés un par de semanas después del mítico desembarco de Normandía, cuando ya era obvio que los alemanes perderían la guerra.

Al parecer, su mando le pidió que no tocara esa noche porque en las proximidades había un francotirador alemán que podría detectarle y alcanzarle con su arma. Desoyendo el consejo, aquella fría y lluviosa noche en la trinchera, el capitán Jackie pensó que aquel tirador alemán estaría tan solo y asustado como él, así que decidió tocar algo de su tierra. Tomó su trompeta e interpretó para él, seguramente sin demasiado virtuosismo, el famoso Lili Marleen.

A la mañana siguiente, un soldado estadounidense llegó en un Jeep para contarle que había un soldado alemán dispuesto a ser trasladado a Inglaterra, así que lo llevaron ante él.

“¿Quién tocó anoche la trompeta?”, le preguntó el alemán en un mal inglés.

“Cuando oí la canción, me acordé de mi novia en Alemania, de mi madre, de mi padre, de mis hermanos y hermanas… y ya no pude disparar“.

Ambos hombres se dieron la mano.

Jackie nos cuenta emocionado: “no era mi enemigo, era únicamente un hombre asustado y solo como yo“.

¡El poder de la música!

jueves, 2 de septiembre de 2010

LOS 60 PAISES MAS CONFLICTIVOS DEL MUNDO

Durante la última mitad del pasado siglo, el Fondo para la Paz ha estado reuniendo el Índice de Estados Fallidos, con una batería de indicadores que determinan  que  tan estable (o inestable) es un país. Como resultado, hemos tomado los ultimos 60 paises, o deberíamos decir  los peores 60 países  del Mundo.
Pero por mucho que admiramos las estadísticas y los números, no hay forma mejor que las fotos para demostrar el grado de fracaso de un país. 

Y estas fotografías captadas por el ojo que todo lo ve de la cámara son, como parecen, postales del infierno. A modo de ejemplo, haremos un duro inicio con el país N º 1: Somalia.


1. SOMALIA

Somalia ha estado en el tope del Índice de Estados fracasados en los últimos tres años - un testimonio no sólo de la profundidad de los desastres de larga data del país, sino también, a la incapacidad de la comunidad internacional para encontrar una solucion. Después de dos décadas de caos, el país está hoy en gran medida bajo el control de grupos militantes islámicos, uno de los mas notorios y poderosos es al-Shabab. Una segunda facción, Hizbul Islam, compite con la anterior en brutalidad - que recientemente ejecutó a dos somalíes por el delito de ver la Copa del Mundo. Frente a la costa, los piratas como los hombres en la foto atormentan los buques en tránsito, a quienes secuestran a menudo. En 2009, los piratas somalíes ganaron un estimado de $ 89 millones en pago de rescates.

2. CHAD

Los problemas de Chad, se han descrito como efectos colaterales del conflicto que tienen lugar en la vecina Darfur, Sudán. Pero este país de África central tiene un montón de sus propios problemas. Un conflicto indígena ha desplazado a aproximadamente 200.000 personas y la vida bajo el régimen paranoico de presidente chadiano, Idriss Déby es cada vez más miserable. Déby ha detenido a figuras de la oposición y ha reorientado la ayuda humanitaria hacia los militares en los últimos años. Situaciones que pronto podría empeorar a medida que la misión de paz de la ONU en el este del país, donde el grueso de los refugiados residen, empieza a salir a partir del 15 de julio. En la foto, locales chadianos en el pueblo de lucha Dankouche para compartir recursos escasos como la leña con un campo de refugiados sudaneses cercanos.

3. SUDAN

El próximo año será un año decisivo para Sudán, quizás más que cualquier otro desde la independencia del país en 1956. En enero de 2011, la población del sur de Sudán votará en un referéndum sobre si prefieren seguir siendo una comunidad autónoma - o la secesión como un estado independiente. Todos los analistas predicen que será la última, pero es igualmente cierto que no será tan fácil. El presidente Omar Hassan al-Bashir es probable que se aferre a su control del Sur, donde esta gran parte de las riquezas petroleras del país. Esto es para no hablar de Darfur, donde las fuerzas de paz dan parte de un recientemente repunte en la violencia con cientos de muertos. En esta escena, se puede apreciar una multitud niños en torno a un helicóptero de la ONU en la ciudad de Akobo en el sur de Sudán .

4. ZIMBABWE

60 Failed World Countries: Photos from Hell

5. DEMOCRATIC REPUBLIC OF THE CONGO

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6. AFGHANISTAN

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7. IRAQ

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8. CENTRAL AFRICAN REPUBLIC

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9. GUINEA

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10. PAKISTAN

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11. HAITI

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12. IVORY COAST

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13. KENYA

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14. NIGERIA

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15. YEMEN

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16. BURMA

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17. ETHIOPIA

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18. EAST TIMOR

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19. NIGER

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19. NORTH KOREA (tied with Niger)

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21. UGANDA

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22. GUINEA-BISSAU

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23. BURUNDI

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24. BANGLADESH

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25. SRI LANKA

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26. CAMEROON

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26. NEPAL (tied with Cameroon)

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28. MALAWI

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28. SIERRA LEONE (tied with Malawi)

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30. ERITREA

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martes, 31 de agosto de 2010

La Piedra del Trueno

Fíjense ustedes en la enorme piedra que sirve de pedestal a la estatua ecuestre de Pedro I El Grande en San Petersburgo. A ese descomunal trozo de sólido granito de una sola pieza se le conoce con el nombre de “La Piedra del Trueno” y  ostenta un récord que no es para tomárselo a la ligera ;-) .
Con sus 1.500 toneladas de peso y los más de seis kilómetros que la separan de su emplazamiento original, es la piedra más grande jamás movida por el ser humano.
Erigir tan colosal monumento fue una tarea titánica que se alargó durante catorce años (1768 – 1782). Sólo en hacer la estatua de bronce de 7m. de alto se tardó doce años, pues durante el primer fundido se rompió el molde en el que se estaba vertiendo el metal provocando un incendio en las instalaciones y obligando a repetir de nuevo todo el proceso.

Detalle de la estatua de bronce.
Pero para trabajo arduo de verdad, el que se realizó con el pedestal, la gran roca que parece una gigantesca ola sobre la que cabalga el Zar.

El ciclópeo trozo de granito se hallaba a 6 kilómetros de San Petersburgo tierra adentro y su nombre le venía dado por una leyenda que decía que un rayo había impactado sobre la roca desprendiendo un cacho y dándole una forma característica.
Grabado donde se muestra la extracción del bloque.
Para comenzar a moverla primeramente se excavó a su alrededor para liberarla del terreno. Después se dejó avanzar el invierno para aprovechar el endurecimiento del terreno por congelación y la roca se instaló sobre una especie de raíles dobles que se apoyaban sobre unas esferas de bronce de 13,5cm. de diámetro, usando un principio similar al de los rodamientos.
Estos raíles eran de unos cien metros y se disponía de dos pares, así cuando la roca se encontraba sobre uno de ellos se instalaban los siguientes delante y así sucesivamente durante todo el recorrido.

Detalle del sistema de raíles y bolas.
En terreno llano y sin complicaciones se avanzaban unos 150 metros al día. En total, para hacer el recorrido, se necesitaron 9 meses y 400 hombres que hacían girar dos grandes cabestrantes que era lo que tiraba del conjunto.
Hay que destacar que toda la operación se realizó sin usar en ningún momento tracción animal o mecánica y se hizo únicamente a golpe de fuerza humana. Si además, tenemos en cuenta que entre ellos no se encontraba ningún vasco, la proeza es aún más sorprendente si cabe.
Pero aquí no se acaba la cosa. Tras arrastrarla penosamente durante esos seis kilómetros, se llegó a la orilla del mar. Allí la gran piedra, no sin complicaciones, se embarcó en una barcaza especial construida para tal efecto a la que  se le tuvo que acoplar a ambos lados dos barcos de guerra para darle mayor estabilidad. Y así, de esta guisa,  la gran mole pudo al fin llegar a su destino.
Y se estarán preguntando ustedes.. ¿Qué pudo empujar  a un montón de hombres para que hicieran semejante demostración de fuerza?
Lo han adivinado… Una mujer.

La iniciativa del proyecto partió de Catalina La Grande y de ella fue también la idea (calificada de “capricho” por la mayoría) de mover la piedra en bruto en vez de esculpirla in situ y luego trasladarla. De esta manera  -dijo la emperatriz-  será un mayor logro para  Rusia.
El caso es que Catalina La Grande, al no tener derecho legal al trono, deseaba a toda costa ser relacionada con Pedro El Grande y ganar legitimidad ante al pueblo por lo que ordenó el levantamiento de la estatua y en la que hizo grabar a ambos lados (en un lado en latín y en el otro en ruso)


Catalina Segunda a Pedro Primero
1782

La inauguración fue en plan “show” donde se abre una especie de caja que ocultaba el monumento al tiempo que los soldados disparan salvas..
1782 fue la fecha de su inauguración y desde entonces, a pesar de revoluciones, guerras (dos de ellas mundiales)
Protegiéndola de los bombardeos nazis en la II Guerra mundial
y las vicisitudes de más de 200 años, la estatua ecuestre de Pedro I El Grande todavía puede contemplarse en la Plaza del Senado de San Petersburgo en Rusia.

Más en:
La Piedra del trueno (Wiki español)

domingo, 8 de agosto de 2010

El telescopio gigante que acabó en la chatarra


El gran telescopio. Grabado en Caras y Caretas (1900) |
Fuente: Biblioteca Nacional de España

Esta es la historia de una máquina, un monstruo metálico que fue concebido casi como una broma, se llevó por delante un presupuesto nada desdeñable y, tras varios meses de gloria siendo objeto de admiración por parte de medio mundo, terminó sus días como vulgar chatarra. Una pena, ciertamente, porque aunque el gran telescopio de la Exposición Universal de 1900 fuera un fiasco, sólo por su tamaño y su original concepción, merecía un destino más amable.
Celebrada en París, entre el 15 de abril y el 12 de noviembre del último año del siglo XIX, la Exposición reunía todo tipo de sobresalientes obras de arte, edificios singulares que gritaban a los visitantes acerca de las bondades de los países que se habían encargado de su construcción y, además, entre una gigantesca esfera celeste y una noria que,  según decían, contaba con un diámetro de cien metros y que pasó a mejor vida a finales de los años treinta sel pasado siglo, había un artilugio que llamaba especialmente la atención.


El gran telescopio instalado en el Palacio de la Óptica | Fuente: Wikipedia

Era el telescopio con el que podría verse la Luna a un metro, la maravilla que permitiría descubrir si nuestro satélite, Marte o Venus se hallaban habitados, un genialidad que, a pesar de todas estas promesas que se repetían una y otra vez en la prensa de la época, no pasó de simple armatoste capaz de dejar con la boca abierta a cualquiera.
No se sabe realmente cómo surgió la idea pero, de forma misteriosa, el 9 de julio de 1892, aparecieron en diversos periódicos franceses noticias acerca del ofrecimiento de un diputado, que atendía al nombre de François Deloncle, para promover la construcción del mayor telescopio jamás visto hasta entonces, destinado a la Exposición de 1900. Algo raro debió suceder, porque las palabras que, se supone, pronunció el político en una reunión de industriales y empresarios, nunca salieron de su boca.
Vale, al menos eso es lo que Deloncle afirmó, pero la “bola” creció sin medida en la prensa, admirada por la osadía del diputado y, lo que a buen seguro era una broma lanzada contra el político, se convirtió en realidad sin apenas pretenderlo. La cosa tenía su gracia, Deloncle, cansado de que todos le atribuyeran la idea del telescopio gigante, decidió pasar a la acción para reírse del autor de la broma y, sin miramientos, optó por la solución más arriesgada: construir el engendro. Hay quien piensa que el bueno de François realmente pronunció su discurso con megatelescopio de por medio, pero que se sintió arrepentido de su osadía y se negó a sí mismo… ¡hasta que la prensa le hizo ver que la idea era aceptada por el público!
Pasaron años buscando patrocinios, buenos artesanos e ingenieros, ópticos e industriales, y finalmente algo excepcional habitó el interior del Palacio de la Óptica en la Exposición. En el diseño del gran telescopio se tomaron muchas decisiones singulares. Dada la complejidad para construir un telescopio reflector, se optó por dar vida a uno refractor. Así, con forma de “anteojo” monumental, se dio forma a un tubo de sesenta metros de longitud con dos lentes en sus extremos. Nada más sencillo, ahora bien, ¡sesenta metros!
Es difícil de imaginar, como también es complicado hacerse una idea de su objetivo principal, con 1,25 metros de diámetro, intercambiable con otro para tomas fotográficas. Para cambiar de objetivo era necesario emplear un sistema de raíles a modo de pequeño ferrocarril en el que, en vez de cambiar vagones, se alternaba el uso de los gigantescos cilindros ópticos y el equipo de fotografía. Con una distancia focal de 57 metros, el telescopio montado en horizontal era incapaz de movimiento alguno al encontrarse limitado por la estructura del palacio.
Se ideó, para su posterior puesta en acción después de la Exposición, toda una cúpula gigante de 64 metros de diámetro, capaz de girar a 16 metros por hora para permitir seguir la marcha de los astros. Por supuesto, nada de eso se llevó a cabo porque si milagroso fue lograr capital para construir el gran tubo, nadie parecía dispuesto a ir más allá. La luz de los astros era dirigida a hacia el objetivo por medio de un siderostato de Foucault, esto es, un sistema móvil con un espejo de dos metros de diámetro montado sobre una especie de trípode gigante.
Y poco más hay que decir porque, imaginemos: problemas de alineación, aberraciones cromáticas, deformaciones de todo tipo, sin duda todo era una pesadilla en la práctica a pesar de que los cálculos permitían soñar con una máquina realmente funcional. Pasar del papel a la realidad fue algo realmente complejo. ¿Cómo construir lentes de 1,25 metros de diámetro a finales del siglo XIX? El tamaño fue limitado por el propio maestro óptico al que se le encargó la tarea, por otra parte el único que podía llevar a cabo el trabajo por entonces. Se trataba de Édouard Mantois, afamado industrial de París, que también alumbró en sus hornos el objetivo de 1,05 metros del Observatorio Yerkes de Chicago.
Los trabajos para conformar las lentes duraron tres meses hasta que se pudo contar con un bloque de vidrio lo suficientemente grande que pasó más tarde a ser cortado y pulido cuidadosamente. Finalmente, tras mucha dedicación y una factura muy abultada, las cuatro lentes necesarias estaban listas. Más tarde fue encargado de acomodar las lentes al telescopio, y también de alinear y pulir de forma precisa el espejo del siderostado, en tarea de ardua precisión, el Señor Gautier, de la Oficina de Longitudes y Medidas.


El tubo de 60 metros | Fuente: Wikipedia

El tubo constaba de una serie de cilindros unidos entre sí, fijados a siete grandes pilares de hormigón. El eje del conjunto se elevaba sobre el suelo del Palacio de la Óptica siete metros, hallando cobijo el sistema de objetivos móviles y el siderostato, con su armadura móvil de más de 22 toneladas de hierro fundido, en cúpulas situadas en los extremos del edificio. Durante su escaso tiempo de vida se realizaron con el gran telescopio, entre otras, algunas observaciones astronómicas del Sol y la superficie lunar, pero no se conocen datos precisos acerca de lo que podía llegar a ser capaz el artilugio, más allá de lo problemático de su manejo. Se estimaba que la imagen lunar, no iba a alcanzar el tan socorrido “la Luna a un metro”, como decían los periódicos, pero sí se pensaba que, empleando oculares auxiliares capaces de amplificar diez veces los 56 centímetros de diámetro que presumiblemente proporcionaba el telescopio como estampa de la Luna, se podría ver nuestro satélite como si a 60 kilómetros de distancia de su rocosa superficie nos encontráramos. En cuanto a los “aumentos” que era posible lograr con este monstruo, se hablaba de entre 6.000 y 10.000, cosa que tampoco fue aclarada nunca.
Terminada la exposición, con el consorcio que en 1886 se había organizado para construir el telescopio en quiebra y sin esperanza de encontrar un destino adecuado para la bestia de acero, cabe imaginar que sólo un camino era posible. En la prensa se comentó con cierta insistencia que el Observatorio del Vaticano estaba interesado en adquirirlo, pero nunca se llegó a un acuerdo. El gran telescopio de la Exposición de París de 1900, el más grande de los telescopios refractores jamás construido, fue desmantelado y vendido pocos años después como chatarra. Hoy perduran algunas piezas, como el espejo de dos metros que puede contemplarse en el Observatorio de París. Desde que se decidió enviar al telescopio a tan poco honorable fin, lo que habían sido elogios y buenas palabras por parte de la prensa y de muchos políticos, se convirtió en motivo de chanza. Poco recordaban que, más allá de ser ideado como verdadero instrumento científico, el gran telescopio tuvo buena fortuna mostrando los avances de la industria óptica de la época a las miles de personas que se acercaron a contemplarlo asombradas.

domingo, 18 de julio de 2010

La pequeña mujer más triste del mundo



Podía viajar en una maleta, ir de compras dentro la cesta, escalar sólo arbolitos navideños, vivir en la casa de las muñecas: Lucía Zárate era la mujer más pequeña del mundo. Nada mínimo estuvo vedado a su dimensión de apenas cincuenta centímetros, pero le encomendaron una grande hazaña: salir de los bolsillos de su madre a los escenarios donde se triunfa a costa de cualquier expediente, donde la misma dignidad es mero recurso escénico, donde una enana triste es la muñeca que baila para el zar de Rusia, y en una aldea miserable de una isla remota irán a verla, con sus trajes domingueros, los gigantes implacables.



Así lo anunciaron los voceadores de periódicos:


-¡Desde Liliput, Lucía Zárate!
-¡Véala hoy en el teatro de Lazcano!
-¡En el coliseo de la calle Oriente, una enana!
-¡Lucía Zárate, del circo Barnum, esta noche vea a la mujer más pequeña del mundo!

Era el 2 de mayo de 1880. Ese día salió al proscenio, luego de una larga travesía de amarguras, Lucía Zárate, la mujercita de medio metro y cinco libras de cuerpo, la benjamina de toda la humanidad ínfima, ilustre huésped de la Villa de Sagua la Grande.





De los periódicos


La Srita. Lucía Zárate, la persona más pequeña y de menos peso del mundo, nació en San Carlos, pueblecillo á 6 leguas al norte de Veracruz (México) á 2 de Enero de 1864.

A su nacimiento medía 7 pulgadas, ningún hombre de ciencia la juzgó viable. Sin embargo, vivió y creció hasta la edad de ocho años, desde cuya fecha permanece en el estado actual. Es de un génio apacible: alegre y risueña siempre, gusta mucho de los niños, de los juguetes y de la música.

Jamás ha estado enferma, y ni aún el cambio de la adolescencia a la edad núbil, le originó malestar alguno. Sus padres son bien proporcionados y robustos, pesando respectivamente 180 y 160 libras.

En cuantas ciudades ha recorrido en los Estados Unidos y Méjico, se ha declarado no existir en el mundo ningún ser humano que sea más pequeño que ella, ni que aún siendo mayor esté mejor proporcionado.

¡Es lo que puede llamarse una verdadera maravilla!






La carrera de la estrella


A Lucía se le murió Miguel -el hermano- muy jovencito. En muchos años no podría mirarle la cara a nadie de su tamaño. A sus padres ocasionó abundantes quebraderos de cabeza. Que sobreviviese a la infancia, tan minúscula, fue un verdadero milagro. Ninguna pitonisa de su pueblo fue consultada sobre el destino de Lucía: la enana de los Zárate vivía de préstamo. ¿Quién habría de suponer, siquiera en un delirio, que se convertiría en la estrella circense mejor pagada de los Estados Unidos?

Fue la sagacidad política el detonante de la carrera de Lucía. Teodoro Dehesa, futuro gobernador de Veracruz, no cabía en el gozo del hallazgo.

-Llévenla a México –sentenció-, será famosa.

Es que Lucía Zárate, aunque nadie se lo hubiese declarado todavía, era una gloria nacional. El respetable Porfirio, que no perdía el tiempo en frivolidades, la recibió en el despacho presidencial; la hizo sentar a la mesa de palacio; mejor dicho –vale la pena dejarlo claro-, la sentó sobre la mesa y le obsequió su conversación de hombre de mundo. Lucía asentía; callaba; le costaba mucho sonreír. No lo aprendería en muchos años de estrellato circense la estrella más pequeña del mundo.

Fue un americano el que la llevó a la Feria del Centenario, en Filadelfia. Los Estados Unidos cumplían un siglo, y entre tanta euforia de máquinas y vanidades técnicas se presentaba, en su desconcertado mutismo, Lucía Zárate. Pronto se acostumbraría a ser escrutada. Cuatro años después ingresaría en el circo de Barnum.






Las fotos de la tristeza


Tomasa, la madre, tiene cara de villana. Dios la perdone: dicen que se resistió a aprobar que su hija fuese saltimbanqui de los circos yanquis. Injusto no querría parecer, pero muy bien aprovecharon estos Zárate de talla normal y buenos lomos los dineros de la enana de la casa. Un rancho en Chihuahua y otro en Veracruz. Buen saldo.

En ninguna de las fotos conocidas Lucía sonríe. Ni siquiera cuando aparece junto al General Mite. Fue una mujer triste. La propaganda la describía como una muñequita alegre. Entiendo que nadie iría nunca al teatro para ver una miniatura que se enjuga lágrimas imperceptibles, sollozando a la intemperie como una gatita desolada.

El espectáculo parecía sencillo, improvisado. Pero de seguro fue una gran actriz la pequeña Lucía Zárate. Fingirse alegre es un mérito exclusivo de los tristes. La felicidad no genera filosofías ni produce grandes artistas.






Reality show de Lucía Zárate


En aquel circo no hubo espectáculo más sobrio que este de Lucía Zárate. El gran embustero que fue P. T. Barnum –el ingenioso “creador” de la enfermera sesquicentenaria de George Washington y de la sirena de Fiji- no tuvo que mover demasiada tramoya para garantizar público a Lucía. La enana se bastaba a sí misma. Aparecía en una salita, haciendo vida hogareña con el General Mite. Otras veces, por lo grotesco del contraste, salía a la escena junto a Chang, un chino de dos metros y ademanes torpes.

Lucía, aparentemente, no interpretaba más que a la misma Lucía. Y esto es cierto: representaba a Lucía como si ésta fuese cualquier hija de vecino con apetecibles pantorrillas. En esta naturalidad –desnaturalizada- residía el éxito del reality show de Lucía Zárate.






El General Mite


Un enano de 22 pulgadas. Le atribuyen un amorío con Lucía Zárate. Fue su único partenaire simétrico. Había armonía física entre ellos. En lo del romance, sin embargo, hay mucho de mito y más de propaganda circense a la manera festinada de un Míster Barnum.

El General Mite fue desbancado de su primacía absoluta en el circo de pigmeos a raíz de la aparición de Lucía, por 1876. Compartió la escena con ella, pero nunca recuperó la condición de mimado que antes ostentaba. La gloria se la mereció Lucía. Tal vez el General Mite nunca se lo perdonó.

Por otra parte, Lucía, aunque diminuta, era una mujer entera. ¿A qué amar un enano si por todos lados había hombres? Suena monstruoso, pero el amor casi siempre descarta a los homólogos.






Sagua se regocija por Lucía


Era domingo. El día anterior desembarcó la Compañía Liliputiense de Ópera. No viajaban tan ligero como pudiera pensarse por las dimensiones del personal: Lucía venía con sus padres, alguno de sus hermanos, su asistente, unas cajas de comida tolerable para su frágil constitución, baulitos de ropas, joyas mínimas.

Don Manuel González Osma, el alcalde de turno, recibió a Lucía y a sus parientes en la casa consistorial. Fueron preparadas las mejores habitaciones del hotel Telégrafo. Sagua se regocijó con la visita de la mujer más pequeña del mundo. Lucía, que ya empezaba a acostumbrarse a la curiosidad ajena, permaneció inconmovible, siempre perpleja. En el teatro “Lazcano” tuvo su apoteosis la noche del domingo 2 de mayo de 1880: cientos de personas pugnaban por entrar. Rebosaron de oro las maletas de Barnum, algo correspondió también a la familia Zárate. Pensaron en grande, otra vez: ese mismo año se llevaron la pequeña a Europa.

Luego llegaron hasta aquí los ecos de la triunfante gira: la reina Victoria recibió a Lucía ante una escalerilla, para no violentar el ceremonial cortesano; anduvo la liliputiense por Francia e Italia; en Rusia, hizo palmotear al zar. Pasaron diez años. La novela se incrementó: hubo intentos de secuestro, viajes fatigosos por ciudades remotas. Nunca volvió a Sagua. Un día se supo -la prensa sensacional de siempre- que había muerto por accidente, en un tren varado en medio de la nieve, la mujer más pequeña del mundo. Casi nadie recordaba su nombre de pila, ni su apellido. Los memoriosos acaso reconstruyeron la silueta de una enana de nariz grande, con los ojos bien abiertos, tristes.

Lucía Zárate murió de hipotermia el 28 de enero de 1890; muy frío se le palpó el corazón bajo la muselina del traje. Hoy se sabe que los anuncios mentían, no jugaba con nadie, ni experimentó un amor verdadero por el otro pigmeo, Mite. Se sabe que vivía apretada en aquel cuerpo, que no le cabía la tristeza en ese cuerpo pequeño a la mujer más triste del mundo.