El 29 de junio probablemente, fue uno de los días más tristes de la Fórmula 1. Roger Williamson corría su segunda carrera. El Gran Premio de Holanda en el circuito de Zandvoort, que había vuelto a la Fórmula 1 tras ser apartado del calendario del año previo para ser sometido a mejoras de seguridad, que incluían nuevo asfalto del circuito, nuevas barreras y la creación de una torre de vigilancia del circuito.
Durante la carrera, uno de los neumáticos de Williamson sufrió un reventón. Impactando contra las barreras, catapultado a una distancia de 275 metros por la pista y acabar finalmente boca abajo, después de que el depósito de combustible se incendiase debido al roce contra el suelo.
David Purley, amigo de Williamson, aunque no compañero de escudería, salió de su propio coche en un intento desesperado de salvar al piloto accidentado. Williamson no había sido herido de gravedad, y se lo llegó a oír gritando que le sacaran del coche, mientras Purley intentaba en vano voltear el coche volcado. En principio, los comentaristas de la televisión holandesa, el control de carrera y algunos otros pilotos asumieron que fue el coche de Purley el que sufrió el accidente, y que el piloto había escapado indemne, lo cual resultó en que la carrera prosiguió con total normalidad.
Los comisarios de la esquina donde había ocurrido el accidente estaban mal entrenados y equipados, de modo que fue el propio Purley quien debió usar el extintor para tratar de apagar el fuego. La vestimenta de los comisarios no era ignífuga, de modo que éstos se limitaron a esperar a que llegase el camión de bomberos mientras la carrera seguía en progreso. El fuego fue relativamente débil durante tres minutos, tiempo suficiente para voltear el coche y sacar a Williamson, pero Purley no podía hacerlo solo.
En lo que ha sido considerado como el aspecto más impactante del incidente, uno de los comisarios intentó alejar a Purley de allí mientras Williamson permanecía atrapado e indefenso. Algunos espectadores, ante la indiferencia de los comisarios, intentaron saltar las vallas de seguridad y entrar al circuito, pero les fue impedido por el personal de seguridad, que empleó perros.
Para cuando el camión de bomberos llegó, Williamson había muerto. Los comisarios se limitaron a colocar un manto blanco sobre los restos del coche y dejar que continuara la carrera.
Probablemente, éste fue uno de los días más tristes de la Fórmula 1.
La pérdida de Williamson fue representativa de las muertes o lesiones de muchos pilotos de la época, y fue la primera vez que un evento tan trágico era retransmitido por televisión para un público tan amplio.
Durante la carrera, uno de los neumáticos de Williamson sufrió un reventón. Impactando contra las barreras, catapultado a una distancia de 275 metros por la pista y acabar finalmente boca abajo, después de que el depósito de combustible se incendiase debido al roce contra el suelo.
David Purley, amigo de Williamson, aunque no compañero de escudería, salió de su propio coche en un intento desesperado de salvar al piloto accidentado. Williamson no había sido herido de gravedad, y se lo llegó a oír gritando que le sacaran del coche, mientras Purley intentaba en vano voltear el coche volcado. En principio, los comentaristas de la televisión holandesa, el control de carrera y algunos otros pilotos asumieron que fue el coche de Purley el que sufrió el accidente, y que el piloto había escapado indemne, lo cual resultó en que la carrera prosiguió con total normalidad.
Los comisarios de la esquina donde había ocurrido el accidente estaban mal entrenados y equipados, de modo que fue el propio Purley quien debió usar el extintor para tratar de apagar el fuego. La vestimenta de los comisarios no era ignífuga, de modo que éstos se limitaron a esperar a que llegase el camión de bomberos mientras la carrera seguía en progreso. El fuego fue relativamente débil durante tres minutos, tiempo suficiente para voltear el coche y sacar a Williamson, pero Purley no podía hacerlo solo.
En lo que ha sido considerado como el aspecto más impactante del incidente, uno de los comisarios intentó alejar a Purley de allí mientras Williamson permanecía atrapado e indefenso. Algunos espectadores, ante la indiferencia de los comisarios, intentaron saltar las vallas de seguridad y entrar al circuito, pero les fue impedido por el personal de seguridad, que empleó perros.
Para cuando el camión de bomberos llegó, Williamson había muerto. Los comisarios se limitaron a colocar un manto blanco sobre los restos del coche y dejar que continuara la carrera.
Probablemente, éste fue uno de los días más tristes de la Fórmula 1.
La pérdida de Williamson fue representativa de las muertes o lesiones de muchos pilotos de la época, y fue la primera vez que un evento tan trágico era retransmitido por televisión para un público tan amplio.
Varias fotografías de las tomadas por Cor Mooji de los intentos de David Purley por salvar a Williamson obtuvieron el premio World Press Photo de deportes en 1974.
Vídeo completo con el sonido original de la retransmisión de la televisión holandesa
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