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viernes, 22 de octubre de 2010

El gen de Matusalén: beben, fuman… y superan los 90 años

¿No se han preguntado alguna vez por qué algunas personas viven más que otras, a pesar de tener hábitos y costumbres similares? Los hay que fuman como carreteros, beben alcohol como cosacos y comen carne como buitres y, aún así, han superado los noventa años de edad como si nada. Entonces ¿cuáles son las claves genéticas del envejecimiento?

Pues ahora sabemos la respuesta. Al menos, en parte. Y no está en que hayan localizado por fin la fuente de la eterna juventud en alguna isla de las Bahamas o en que hayan logrado sintetizar la piedra filosofal de los alquimistas. Todo radica en un gen que no tiene todo el mundo. Cuestión de suerte. Un gen que permite a algunas personas ser unos elegidos del destino o tener casi la invulnerabilidad de Aquiles. Y a ese gen ya le han bautizado con el nombre de Matusalén, como no podía ser menos.

Ha sido un equipo de científicos islandeses quienes han logrado identificar la cadena de ADN que confiere longevidad y salud a hombres y mujeres. Un hallazgo realmente importante porque anima a que algún día se puedan crear medicamentos que lo imiten y permitan prolongar la vida humana unos cuantos años más, hasta los 120, como postulan algunos médicos.

Los investigadores de DeCode Genetics, una empresa de biotecnología islandesa, se valieron de los registros de nacimientos y muertes de Islandia —que se remontan a la época de los vikingos— para hacer un seguimiento de distintos individuos que fueron excepcionalmente longevos. Analizaron la sangre de los islandeses en busca de indicios genéticos que pudieran contribuir a detectar los factores que hicieron que algunos de ellos vivieran más de noventa años. Y descubrieron que, de alguna manera, este gen produce una proteína que permite a ciertas personas vivir unos cuantos años extras. El gen, sin embargo, no confiere inmortalidad. Ya quisieran… Pero sí que se hereda. Lo malo es que también se pueden heredar otros genes que hacen que la gente muera joven y entonces no se llega a la edad en que pueden aprovecharse las bondades del gen Matusalén.

Otro equipo de científicos, esta vez estadounidenses, acaba de dar otro paso adelante en este campo al identificar una mutación genética en moscas del vinagre que permite que estos insectos vivan mucho más, hasta un 35% más de lo normal. Los investigadores sometieron a estos insectos a varios experimentos para demostrar su resistencia, con o sin gen. Las moscas fueron expuestas a un herbicida tóxico, a la privación de comida y a temperaturas muy altas. Las moscas con el gen Matusalén tenían una capacidad de supervivencia un 50% mayor que los insectos normales cuando se las hacía pasar hambre.

Esto, probablemente, se debió a que las moscas longevas poseían más reservas de grasa para soportar la falta de alimentos. Al exponerlos a temperaturas muy altas, los investigadores comprobaron que las moscas mutantes también eran mucho más capaces de soportar el estrés de un exceso de temperatura y sobrevivían durante más tiempo antes de morir por el calor. En definitiva, las moscas con el gen Matusalén eran mucho más resistentes a ataques de todo tipo.

Estos resultados sugieren que la longevidad y la resistencia al estrés están estrechamente vinculadas. A esto se añade el hallazgo del Laboratorio de Neuroendocrinología de la Universidad de California que demuestra que una persona sometida a situaciones estresantes le anticipa el envejecimiento en unos diez años, le debilita el sistema inmunológico y le altera la genética de células y tejidos. Y aún así, el estrés sigue siendo nuestro compañero de trabajo y de vida. No escarmentamos… Algo que no deben tener los habitantes de la isla de Okinawa, al sur de Japón, pues es la población más longeva y saludable del planeta.

Uno de los hombres más ancianos que hemos tenido en España, Joan Riudavets, quien murió en la isla de Menorca con 114 años de edad en el 2004, decía que el secreto de su longevidad era “vivir tranquilo y tratar bien a los demás”. Ya lo dice el refrán: “Del viejo, el consejo”.

A estas alturas sabemos lo que nos provoca el envejecimiento, que son los radicales libres, esas moléculas que oxidan nuestras células, y sabemos también cómo combatirlos y no está precisamente en el uso de antioxidantes. Lo mejor no luchar contra ellos sino no producirlos. El que tiene el gen Matusalén lo consigue de forma natural. Los que no lo tienen (y algún lector habrá que no le ha tocado esa lotería) posee algunos secretos para vivir más y mejor. ¿Se los digo?

Buda decía que “somos lo que comemos y lo que pensamos”. Conclusión: con algo menos de estrés, con una respiración más pausada, una alimentación equilibrada y unos pensamientos positivos conseguiremos no sólo vivir unos cuantos años más (que es lo de menos) sino tener una mejor calidad de vida. Y eso sin el dichoso gen Matusalén

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